Por cada una de las personas que tuvo que salir forzosamente del país por lo menos hay una que se quedó en Colombia: padres, hijos, parejas, tíos, primas y abuelos, familias enteras, colegas, compañeros y amigos han sufrido también los embates del exilio. Los vínculos pueden haberse roto o modificado, las historias se han perdido en el recuerdo o en el espacio, y la soledad y las verdades más profundas se agudizan en el exilio.