Para quienes deben salir forzadamente con sus padres, siendo apenas niños, niñas o jóvenes, el exilio tiene toda otra dimensión identitaria, familiar y cultural. La segunda generación hace referencia a la población colombiana que desde muy pequeños viven o nacieron en el exilio. Sus experiencias, impactos y vivencias fueron evidenciadas en el diálogo con la Comisión. Crecer lejos de la familia, no sentirse ni de aquí ni de allá, vivir sin conocer las razones del exilio de los padres y la incapacidad de encontrar un lenguaje compartido, lleva a guardar miedos e incertidumbres. Hijos que intercambian roles con sus padres, que deben adaptarse rápidamente a nuevos contextos, como aprender nuevos idiomas, pedir citas médicas, comprar comida e incluso hacer terapia. Creciendo rápido y convirtiéndose en adultos para asumir una nueva cultura. Son especialmente las segundas generaciones quienes tienen mucho que contar acerca de esos vínculos rotos, de las experiencias e historias pérdidas, más aún de las verdades y soledades más profundas del exilio.