El exilio es también una forma de resistencia en sí misma, a una guerra que promete muerte y, generalmente, cumple. Al exiliarse cada persona debe reasentarse, recomponerse y renacer, incluso desde las cenizas. Reconstruirse mediante el amor, la familia, el arte, la religión, el trabajo colectivo, la organización y la búsqueda de paz y justicia. Es lograr una transformación viviendo una nueva realidad.