Es un poema que honra la sabiduría de la mujer, convocando a caminar sin miedo, caminar desde las raíces reconociendo los dolores profundos, permitiendo ser desde la claridad del agua. Desde su ser transformador, llama a volverse de colores como el arcoiris, en la diversidad que reconozca esa piel de hierba, de barro, de volcán que es la mujer. Este poema es inspiración de Angela Mavisoy, mujer del pueblo Kamentsá Biyá del Resguardo Kamentsa de Sibundoy, Putumayo.