Las niñas y niños cuyos familiares han sido secuestrados deben enfrentar la incertidumbre de su retorno. Su nueva realidad los obliga a vivir pendientes de las noticias, con la preocupación por la vida e integridad de sus seres queridos. Juan Daniel lo vivió, a los 11 años, en el Valle del Cauca, cuando su padre, madre y hermano fueron secuestrados.