En medio del conflicto, organizaciones han aguantado y defendido sus reivindicaciones.
La minga indígena se convirtió en uno de los principales símbolos de la movilización y la resistencia. Desde sus orígenes ha estado asociada con el trabajo colectivo y los aportes voluntarios de la comunidad para buscar el buen vivir común, pero ahora es también sinónimo de «caminar la palabra», es decir, de la movilización y protesta en pro de la reivindicación de la paz y los derechos.
La primera vez que se escuchó hablar de una minga indígena, en ese sentido político en el Cauca, fue en noviembre de 1999, cuando los nativos bloquearon por 23 días la vía Panamericana entre Cali y Popayán hasta que el presidente Pastrana prometió atender la emergencia social, cultural y económica de los pueblos ancestrales (Decreto 982). Sin embargo, ante los incumplimientos, esa fue la primera de diez mingas que en los últimos 20 años se han desarrollado en el Cauca.
El otro punto clave de las estrategia de resistencia en la región fue el Paro Nacional Agrario de 2013. Los caficultores del Valle del Cauca decidieron unirse porque, pese a las iniciativas gremiales por recomponer la economía, la situación era insostenible. Cerca de 15.000 personas se movilizaron para reclamar, al igual que en los años noventa y principios de los dos mil, precios rentables y estables para la carga de café, mayor protección a los medianos y pequeños productores, planes de desarrollo, asistencia técnica y mejoras en la infraestructura, al tiempo que manifestaron su oposición a las importaciones en el marco de los Tratados de Libre Comercio.