La economía cafetera se estancó desde finales de los años cincuenta. En los años siguientes, los sucesivos gobiernos del Frente Nacional y los gremios implementaron una serie de medidas técnicas (modernización tecnológica, semillas mejoradas, intensificación del uso del suelo, entre otras) que rindieron frutos y el sector comenzó a recuperarse en los setenta. Sin embargo, esas innovaciones, se financiaron a través de créditos y muchos campesinos no lograron acceder a ellos o no fueron capaces de pagarlos porque los cultivos no produjeron la rentabilidad esperada.
La situación empeoró en 1974, cuando la plaga de la broca echó a perder los granos. Los campesinos se vieron obligados a entregar sus tierras a los bancos, venderlas o arrendarlas a terceros para cubrir las crecientes deudas; desesperados ante la falta de alternativas, terminaron engrosando la fuerza de trabajo de la industria azucarera o migrando a las ciudades.