Los pueblos indígenas de la región Orinoquía y Norte de Santander, han sufrido múltiples hechos de violencia desde la colonia hasta el reciente conflicto armado, que los ha puesto en riesgo de exterminio físico y cultural y ha fragmentado su territorio causando desarmonías sobre el mismo.
La región es biodiversa y rica en recursos naturales, con una economía reciente que se ha concentrado principalmente en monocultivos agroindustriales, ganadería extensiva y extracción petrolera, además que es una región de interés para la altillanura. Así mismo, se han sumado actividades de economía ilegal como el contrabando por las condiciones de frontera y corredores asociados al narcotráfico.
Todas estas prácticas, tanto legales como ilegales, han codiciado los territorios de los pueblos indígenas, lo cual ha puesto en riesgo sus derechos individuales y colectivos, situación que se complejiza por la presencia de grupos armados y la ausencia del Estado.