El conflicto armado interno nos marca como sociedad y crea imaginarios culturales con los que colombianas y colombianos en el extranjero tienen que convivir. Ser etiquetados como narcotraficantes, prostitutas, ladrones, sicarios, guerrilleros y terroristas, entre otros, es una realidad muy dura. Nacer en Colombia implica llevar a cuestas la violencia vivida. Se suma el peso de la estigmatización que deja la guerra, y que se extiende a otros países donde puede convertirse en un problema o en una amenaza ser extranjero, inmigrante o refugiado.