En este corredor se encuentran los pueblos indígenas Gunadule, Embera Dobidá, Embera Eyabida, Embera Katío y Zenú, así como comunidades negras descendientes de cimarrones, provenientes de los distritos mineros del Bajo Cauca.
Desde 1982, se han constituido 28 resguardos indígenas y, desde 1996, se han titulado 24 territorios colectivos a consejos comunitarios de comunidades negras. Por este corredor circulaban miembros de todas las Kumpañy y organizaciones del pueblo rrom gitano, a saber: Cúcuta, Envigado, Girón, Pasto, Sabanalarga, Sahagún, Sampués, San Pelayo, Tolima, y las organizaciones Prorrom y Unión Romaní de Bogotá.
En este corredor se encuentra el Parque Nacional Natural Paramillo, rico en agua, fauna y flora. Debido a su posición geográfica, este corredor permite la conectividad fluvial y terrestre con el Bajo Cauca antioqueño, el golfo de Urabá, el Bajo Atrato chocoano, la frontera con Panamá y el Magdalena Medio.
En la región se han desarrollado proyectos económicos, como la ganadería extensiva en Tierralta, Valencia (Córdoba) y el norte de Urabá (Antioquia). Además, la industria del banano de exportación, que llegó en 1963, se concentró principalmente en los municipios de Apartadó, Carepa y Chigorodó.
En la región han hecho presencia desde finales de los años sesenta el EPL y en los años ochenta las FARC. Las guerrillas han utilizado los territorios étnicos para llevar a cabo acciones políticas armadas como el establecimiento, tránsito y entrenamiento de sus tropas y el desarrollo de economía del narcotráfico.
A finales de los años ochenta, se dio la compra masiva de tierras por parte de narcotraficantes alrededor del golfo de Urabá y en el Nudo de Paramillo, los cuales conformaron grupos de seguridad privada para proteger sus negocios ilegales. Entre 1988 y 2005, incursionó en la región el proyecto paramilitar, primero bajo la figura de las Convivir, financiadas por ganaderos, comerciantes y hacendados. Luego con las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y posteriormente con las AUC, que operaron con los bloques Héroes de Tolová, Córdoba o Sinú, Mineros y Bananero.
En el contexto de llegada y control de los actores armados a esta zona, el 22 de julio de 1993 inició la construcción del proyecto hidroeléctrico Urrá I. La construcción de la represa de Urrá inundó 7.400 hectáreas, de las cuales 417 hacen parte del resguardo indígena del pueblo Embera Katío del Alto Sinú; este acto interrumpió los procesos migratorios de las poblaciones de peces, soporte alimenticio de los indígenas, campesinos y pescadores.