Los actores armados han ejercido control sobre los territorios y sobre la población, imponiendo bajo la guerra estándares de comportamientos hegemónicos, patriarcales, conllevando señalamientos, estigmatizaciones, persecución, amenaza y violencia sexual contra personas LGBTIQ+.
El conflicto armado incidió en la vida de muchos jóvenes que se vieron obligados a ocultar su orientación sexual, y quienes lo hicieron sufrieron señalamientos, amenazas, acceso carnal violento y los obligaron a desplazarse sufriendo nuevas discriminaciones por ser indígenas, por ser de territorios estigmatizados por la guerra, por ser pobres y además por su orientación sexual. Hay afectaciones emocionales, psicológicas y de acceso al trabajo que inciden en las decisiones sobre sus espacios de vida.
La ciudad les ha permitido ser, reconocerse en la diversidad étnica y sexual, buscando espacios espirituales y culturales para la sanación. La población LGBTIQ+ es una realidad en los pueblos indígenas y requieren la atención y el respeto tanto de las autoridades indígenas como de las instituciones del Estado reconociendo sus derechos como indígenas sexualmente diversos.